miércoles, 23 de abril de 2014

Una mirada, un abrazo

A veces, lo que uno quiere, es que venga alguien y te agarre por detrás. Bien sea por la cintura o dándote un abrazo.
Que apoye suavemente su cabeza en tu hombro y recorra todo tu cuello, dándote innumerables besos por todo ello.
Que te acaricie la cara, te dé la vuelta, te levante la cabeza y te diga que le mires a los ojos.
Que te diga que ya sabe que no estás bien, tu expresión corporal lo ha descrito con pelos y señales.
Que te quite las lágrimas y te ofrezca un pañuelo.
Que te diga que no quiere verte llorar más bajo ninguna circunstancia.
Y los dos se fundan en un gran abrazo, que es uno de esos abrazos en los que sin querer se cierran los ojos; solamente para sentirlo, para sentir que no estás solo en este mundo y que hay algo más allá.
Una mirada, una abrazo, a veces no hacen palabras para explicar qué es lo que pasa. A veces solamente son las expresiones y la compenetración que existe entre dos seres.

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