martes, 16 de junio de 2015

No existen imposibles, tan solo improbables

Hay una cosa que la llevo muy mal en este mundo y es la impotencia. La rabia de no poder hacer algo que realmente quieres porque hay unos grandes y muy bien situados obstáculos que impiden que llegues a tu destino. Estos obstáculos pueden ser muchas cosas desde modales, relaciones sociales no aceptadas, palabras incontroladas o sentimientos brotantes hasta  kilómetros de distancia que separan físicamente. Hay muchísimos obstáculos y lo único que hacen es estorbar, no dejar avanzar. 
¿Sabes eso de pequeño que te dicen que si cierras los ojos y deseas algo con mucha fuerza se cumple? Pues no es verdad. Es una gran mentira. Si quieres algo debes luchar por ello porque solo no va a venir. Aunque a veces se te quitan las ganas de hacer las cosas porque ves que todo tu esfuerzo se desvanece en frente de ese muro de obstáculos.
También se necesita algo que los demás llaman "suerte". Yo no creo en la suerte, como mucho creo en el azar como un fenómeno que se rige por reglas físicas de las cuales no somos conscientes o que para analizarlas deberíamos utilizar instrumentos muy sofisticados. Esa "suerte" la veo todos los días pasar por delante de mis ojos yéndose a otras personas mientras que a mi se me caen las gotas de sudor por la frente.
Yo no he sido una niña de papá, ni mucho menos. Mis padres me han cuidado y enseñado desde pequeña pero siempre me he tenido que ganar mi pan. Si luchas por ello podrás conseguirlo, si no lo intentas no siquiera te acercarás a ello. Hay personas que tienen mucho y les llegan mucho más. Yo siempre he estado ahí labrando mi futuro con lo que puedo.

domingo, 7 de junio de 2015

Los que hablan mienten y los que escuchan no creen

Muchas veces creemos que todos los demás no nos entenderán porque no están en nuestra situación. Puede que sea verdad pero si nosotros mismos no ponemos de nuestra parte y describimos todo lo que nos pasa con todo detalle no estamos haciendo nada a favor para que pueda cumplirse.
La situación en la que se encuentra cada uno no puede ser vivida ni comprendida por otra persona ya que toda la experiencia generada a lo largo de los años queda grabada en el subconsciente y es responsable de nuestras acciones en el presente.
Si describimos nosotros como nos sentimos y lo que pensamos, la otra persona estará un poco más cerca de comprendernos. Por parte de la persona que está escuchando, tiene que abrir la mente, y sobre todo las orejas, ya que hay que escuchar toda la historia, sin juzgar, porque las cosas desde fuera y sin estar en el momento se ven de otro modo.
Hay dos bandos y si ambos ponen de su parte, se puede llegar a un acuerdo. En cambio, si el que tiene que hablar no habla y el que tiene que escuchar no escucha, ahí hay un gran problema.
El problema es que en este mundo la gente ni habla ni escucha. El problema en este mundo es que el que habla miente y el que escucha no cree. El problema de este mundo es el egoísmo, es ese poder que no deja mirar más allá del propio ombligo de cada uno.
En este mundo, la primera impresión después de vivir muchas años en él, es que hay mucha gente que grita, hay mucha gente que miente, hay mucha gente que no quiere oír, hay mucha gente que no habla, hay mucha gente que solo oye lo que quiere oír, hay muy poca gente que simplemente hace lo que se supone que tiene que hacer una persona.