sábado, 17 de mayo de 2014

Las palabras

Las palabras. Son esas estructuras formadas por esas pequeñas letras que separadas no nos dicen nada, pero cuando las juntas tienes un montón de posibilidades de combinaciones.
Estas combinaciones nos sirven para nombrar cosas, tanto materiales como abstractas.
Sirven para la comunicación, a veces nefasta, ya que hay momentos en los que no se entienden la gente.
Sácalas fuera de su contexto y no servirán de nada. Necesitan vivir en sociedad, en convivencia con las demás, para que así puedan crear una frase y tener sentido.
Las más "pros" tienen significado por sí mismas, pero otras no dicen nada.
En cambio, si las juntas con las expresiones corporales y gesticulares, se convierten en otro mundo totalmente diferente; en el que te sirven, a veces, y solamente a veces, para explicar lo que tu sientes.
Sin embargo, no quedan grabadas en ningún otro lugar que no sea el aire, el ambiente de ese momento. Por eso se olvidan. Las promesas quedan incumplidas. El aire se las lleva y ya nadie más sabe qué paso con ellas. Supongo que estarán allá arriba con los globos de helio que venden en las fiestas.
Esas palabras que un día te hicieron disfrutar del momento, otro día te duelen como cuchillos en el corazón.
Un día quieres escuchar unas cosas, pero otros días solamente quieres que se calle.
No es posible predecir qué palabra puede venir después, ni qué palabra se deslizará por tus labios, para causar una sonrisa o una lágrima.

Ilusiones desvanecidas

No construyas nunca un castillo de ilusiones porque se caerá por sí solo. Nunca esperes nada de nadie porque nunca van a cumplir tus expectativas.
Dicen que es mejor sorprendente que desilusionarte. Y la verdad que estoy de acuerdo con esta frase. Creo que confiamos demasiado en las personas y pensamos que los demás van a hacer por nosotros lo que nosotros haríamos por ellos. Y la triste realidad es que esto no se cumple. Lo que tú piensas solamente está en tu mente. Tienes la percepción del mundo desde tu punto de vista, y los demás no alcanzan a ver eso. Por eso tú puedes esperar algo de alguien, que seguramente no lo hará. Te pueden prometer rosas y un futuro: las rosas pueden comprártelas, pero el futuro no puede comprarse, ni saberse, ni escribirse, ni condicionarle. El futuro está en el aire y hay que ir forjándolo en el presente, tal y como repercute el pasado en el presente.
Estamos hechos de nuestros actos. Estamos hechos de experiencias. Estamos hechos de tiempo, porque lo que fuimos, somos; y lo que somos, seremos.
Así que mejor piensa en lo mínimo, y sorpréndete cuando alguien haga algo por ti. No esperes actos de nadie, puesto que cada uno hace lo que le da la gana en este puto mundo; y al final tú acabarás dando todo de ti, mientras los demás se agarran a sí mismos sin tender la mano a nadie. Sin pensar en nadie.