martes, 7 de octubre de 2014

Días entrecruzados

Se enmarañan los días haciendo que perdamos la noción del tiempo. De repente cambiamos de día, de repente cambiamos de mes, de año, de siglo... y no nos damos cuenta. No nos damos cuenta porque tenemos una rutina en la que nos han englobado y ya no podemos esquivarla.
Y otra vez de día, y otra vez de noche... y así toda la sucesión de días consecutivos. Claro que no todos los días son iguales, sino menudo aburrimiento; pero en todos ellos seguimos una pauta que tenemos marcada desde pequeños sin darnos cuenta.
Y pasan y pasan y el tiempo va cambiando, y las horas que hay de luz también y con ellos se llevan las estaciones y la correspondiente ropa adecuada para cada temperatura anual.
No podemos manejar el tiempo ni saber cuánto dura un simple segundo. Pero tampoco podemos quedarnos parados y ver las manecillas del reloj.
Y esa sensación que tenemos de que llegue un día determinado, un día que será especial, o simplemente porque no queremos vivir los días que se encuentran entre medias del hoy y hasta ese día tan deseado. Esa sensación cuando el tiempo se pasa volando porque estás a gusto, o cuando parece que los minutos son eternos si te estás aburriendo. Todo ellos son percepciones. Pero percepciones que nos hacen agobiarnos cuando queremos hacer un millón de cosas en muy poco tiempo, o nos hacen relajarnos porque hasta que llegue aquel día que parece tan lejos tenemos tiempo. Solo sé que cuando aquel día queda tan lejos de repente sin querer pensarlo se presenta en el mañana.
Supongo que todo esto del tiempo es demasiado complejo para una mente tan simple, pero creo que hacer las cosas a tiempo es algo imprescindible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario