miércoles, 21 de diciembre de 2011

Improvisemos un guión definitivo.

Escribamos nuestro libro, nuestra vida, en la que cada página haya un contenido sobrenatural de cosas buenas, de obstáculos superados pero no apartados, de sonrisas al vacío y de miradas intensas. 
Escribamos dibujos en el margen en los cuales plasmemos todas nuestras alegrías y que no haya una cara triste. 
Escribamos con un boli para así no poder borrarlo, no poder volver atrás, sino simplemente recordarlo. 
Escribamos monigotes encima de los números de los días para así acordarnos de lo que es disfrutar de la vida día a día. 
Escribamos con faltas para asegurarnos que no será perfecta, que tendremos errores, porque yo no quiero una vida perfecta, me aburriría, que sería de esos días tontos, o de los saltarines, o siquiera de los tristes. 
Escribamos nuestro destino con lápiz para poder borrarlo y borrarlo y borrarlo... hasta que lo vivamos. 
Escribamos cosas sin sentido para poder hilarlas como queramos, vivir nuestra propia vida rodeados de quien más nos importa. 
Escribamos cosas incoherentes para así poder disfrutar de la vida.

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